Superbacterias: un peligro real, presente y futuro
En
la actualidad, las bacterias
resistentes a los antibióticos son responsables de
700 000 muertes al año. La situación no va a mejorar y se estima que en el año
2025 muchos de los antibióticos habituales serán ineficaces frente a las
llamadas “superbacterias”. La
globalización favorece que los nuevos tipos de resistencia a los
antimicrobianos traspasen las fronteras y se extiendan sin apenas esfuerzo por
los continentes. Estas se propagan a una velocidad vertiginosa y el
creciente aumento de la resistencia a los antibióticos ya está desbocado,
amenazando con originar una crisis sanitaria crítica a nivel mundial.
El
problema principal es que nos estamos quedando sin alternativas con las que
tratar patógenos específicos, en particular aquellos que causan infecciones
adquiridas en el hospital, pero que tienen potencial de extenderse por toda la
comunidad. Esto indica que la resistencia a los antibióticos podría
convertirse en una catástrofe global que, de momento, no muestra signos de
disminuir.
Las predicciones apuntan que para el año 2050 las
superbacterias pueden causar 10 millones de muertes anuales en todo el mundo. Además,
los problemas de salud derivados de las resistencias a los antibióticos podrían
costarle al planeta un billón de euros anuales en atención médica, lo que
conduciría a una reducción de entre el 2 % y el 3,5 % en el producto interior
bruto.
Uno
de los ejemplos en los que se hace constar el problema es que para poder tratar
las infecciones resistentes a los betalactámicos, empezó a emplearse un grupo
de antibióticos llamados carbapenémicos, que son un tipo de betalactámicos de
última generación y que durante un tiempo fueron muy eficaces.
Por
desgracia, en 1996 se observó que las bacterias habían desarrollado otra enzima
llamada carbapenemasa que tenía la capacidad de hidrolizar y destruir los
antibióticos carbapenémicos.
El
problema ha alcanzado tal magnitud que, hace unos meses, más de 20 compañías
biofarmacéuticas, con el apoyo de la Federación Internacional de Asociaciones y
Fabricantes de Productos Farmacéuticos (IFPMA), anunciaron el lanzamiento del Fondo de Acción Resistencia a
los Antimicrobianos (AMR). Este espera invertir más de 1000
millones de dólares en el desarrollo de tratamientos antibacterianos
innovadores. El objetivo es desarrollar en 2030 de 2 a 4 nuevos antibióticos
para los pacientes que sufren infecciones multirresistentes.
Actualmente
solo hay 32 tratamientos antibacterianos, en desarrollo clínico, dirigidos a la
lista de patógenos prioritarios de la OMS. De estos, solo 6 cumplen al menos
uno de los criterios de innovación definidos por la OMS. Nos estamos quedando
rezagados y podemos perder la carrera. La innovación puede ser la clave. Según la última revisión de la OMS, de los
252 agentes antibacterianos que estaban en desarrollo preclínico, más de un
tercio eran productos no tradicionales.
Mientras tanto, la población general debe arrimar el
hombro. Debemos aplicar medidas de prevención y control.
Tomar antibióticos solo cuándo los prescriba un
profesional sanitario certificado. No comprarlos si no han sido recetados por
un profesional.
Seguir las instrucciones de los sanitarios respecto
al uso de los antibióticos.
Completar los tratamientos.
No reutilizar antibióticos ni tomar los sobrantes de
otro tratamiento.
No usarlos para estimular el crecimiento de animales
y administrarlos solo bajo supervisión veterinaria. Vacunar a los animales para
reducir la necesidad de emplear estos fármacos.
Prevenir las infecciones con las medidas
higiénico-sanitarias pertinentes y manipular de forma correcta e higiénica los
alimentos.
La OMS lo advierte y el refranero avisa: “Más vale
prevenir que curar”.
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