EUCARIOTAS: UN NUEVO DESCUBRIMIENTO SOBRE EL ORIGEN DE LA VIDA
Un estudio colaborativo, publicado en Nature,
entre los grupos de Toni Gabaldón, investigador ICREA del Instituto de
Investigación en Biomedicina (IRB Barcelona) y del Barcelona Supercomputing
Center (BSC-CNS), y Berend Snel en la Universidad de Utrecht, aporta un poco
más de luz a como se produjo ese extraordinario proceso.
Cómo empezaron
a formarse
Durante aproximadamente la primera mitad de la historia de la vida en la
Tierra, las únicas formas de vida fueron células relativamente simples,
arcaicas bacterias. Hasta que llegaron las eucariotas y todo se hizo más
complejo.
La aparición de las células eucariotas se dio a partir de organismos
ancestrales anaerobios hace aproximadamente 1,7 mil millones de años. ¿Cómo
ocurrió?
No había ninguna respuesta científica seria a esta pregunta fundamental en
el desarrollo de la vida hasta que Lynn Margulis, bióloga estadounidense,
considerada una de las principales figuras en el campo de la evolución
biológica, propuso, en la década de los sesenta del siglo XX, una hipótesis
revolucionaria que enunciaba que los eucariontes eran el producto de una célula
procariota que se «tragó» a otra célula, y así, un ser vivo anidó para siempre
dentro de otro.
La llegada de las mitocondrias
Un momento importante de la evolución de esa célula eucariota más compleja
fue el origen de las mitocondrias. Las mitocondrias son las «plantas de
energía» de nuestras células.
Las mitocondrias alguna vez fueron bacterias de vida libre, y en algún
momento fueron absorbidas por los ancestros de las células eucariotas actuales.
El estudio que acaban de publicar en Nature de Toni Gabaldón, investigador
ICREA del Instituto de Investigación en Biomedicina (IRB Barcelona) y del
Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS), y Berend Snel en la Universidad de
Utrecht, explica que ha encontrado que una gran cantidad de la maquinaria
celular compleja había evolucionado ya antes de la simbiosis con las
mitocondrias, incluido el desarrollo del transporte dentro de la célula y el
citoesqueleto.
“Nuestro estudio sugiere que el huésped ancestral que adquirió el
endosimbionto mitocondrial ya había desarrollado cierta complejidad en términos
de un citoesqueleto dinámico y tráfico de membranas” dice Gabaldón: “esto
podría haber favorecido el establecimiento de asociaciones simbióticas con
otros microorganismos, incluido el ancestro mitocondrial, que eventualmente se
integró a la célula”.
¿Cómo han averiguado esto?
El punto de partida es que la duplicación de genes (al comerse unas células
a otras) probablemente impulsó el aumento de la complejidad celular, así que
los investigadores intentaron reconstruir los eventos evolutivos basándose en
estos cambios genéticos.
Según han demostrado:
“la simbiosis no fue un evento que sirvió de catalizador para todo lo demás.
Observamos un pico en las duplicaciones de genes mucho antes en el tiempo, lo
que indica que la complejidad celular ya había aumentado antes de ese momento”,
dice Berend Snel.
Comentarios
Publicar un comentario