Los tiburones, peores cazadores por el cambio climático
El aumento de la temperatura en los océanos y su acidificación afectará al tamaño de los escualos y a su capacidad para cazar
Distintos grupos de investigadores estudian cómo las emisiones de dióxido de carbono originadas por las actividades humanas pueden afectar a los océanos. Estos absorben de forma natural el CO2, pero desde el comienzo de la revolución industrial, a mediados del siglo XVIII, han experimentado una creciente acidificación. Según sostienen algunas hipótesis, este fenómeno podría estar relacionado con el aumento de las emisiones, y es posible que se acreciente aún más a lo largo de este siglo.
Hasta ahora, la mayoría de los estudios que han examinado el efecto de la acidificación y el aumento de las temperaturas que se asocia al cambio climático en el comportamiento y fisiología de los peces se han centrado en especímenes de pequeño tamaño, que suelen formar parte de la dieta de los grandes depredadores. Pero de estos últimos aún no se tenían muchos datos.
Pues bien, en un artículo publicado en la revista Scientific Reports, un equipo de biólogos marinos del Instituto de Medio ambiente de la Universidad de Adelaida, en Australia, señala que estos procesos afectarán negativamente a la capacidad caza de los tiburones e incluso a su crecimiento en las próximas décadas.
Según estos expertos, el desarrollo embrionario de los escualos es más rápido cuando la temperatura del mar es más elevada. No obstante, han observado que si a lo anterior se suma un nivel más alto de CO2, los tiburones necesitan un mayor aporte energético, presentan una menor eficiencia metabólica y una limitada capacidad para detectar presas mediante el olfato.
La bióloga Jennifer Pistevos, que ha coordinado el trabajo, señala que en los experimentos realizados con los tiburones de la bahía de Sídney, muchos de los cuales se alimentan en el fondo y dependen de ese sentido, se ha encontrado que les lleva mucho más tiempo dar con ellas o que incluso no lo intentan, lo que se traduce en que las nuevas generaciones son más pequeñas. “Con una reducida capacidad para la caza, los tiburones ya no ejercerán del mismo modo su función de control en las redes tróficas oceánicas, algo esencial para el buen mantenimiento de los ecosistemas en el mar”, señala el ecólogo Ivan Nagelkerken, uno de los coautores del ensayo.
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