MENINGITIS

MENINGITIS


Recibe el nombre de meningitis la inflamación aguda, generalmente de carácter infeccioso, de las meninges. Si bien es cierto que se trata de una enfermedad poco frecuente, según la causa que la produzca puede ser mortal, por lo que será prudente estar muy atento a los síntomas y buscar la inmediata intervención de un médico,

Las meninges son tres membranas finas que envuelven el encéfalo ( que comprende el cerebro y el cerebelo) y la médula espinal con una función protectora. Entre las dos más profundas se encuentra el líquido cefalorraquídeo, que no sólo protege el cerebro y la médula, sino que también puede transportar los gérmenes que producen la meningitis. Estos gérmenes, bacterias o virus, llegan al líquido cefalorraquídeo a través de la sangre.

Los casos de infección exógena suele producir por fractura del cráneo o de la base de la nariz en un accidente, o por espina dorsal bífida, enfermedad en la que la médula se halla particularmente expuestas a las infecciones. En los casos de infección de origen interno, los gérmenes pueden proceder de otra zona infectada del organismo, a veces de los pulmones, cuando, por ejemplo, se ha declarado una tuberculosis, si bien lo más frecuente es que la meningitis sea causada por una bacteria denominada meningococo, un microorganismo presente en el 5% de la población.

La infección por virus es contagiosa, se propaga con facilidad y da lugar a epidemias de escasa duración, más frecuentes en los países tropicales.

La incidencia de la enfermedad es mayor en los niños menores de un año, disminuye en los adultos y vuelve a aumentar en las personas de edad avanzada. Constituyendo un grupo de alto riesgo aquellas personas que sufren deficiencia inmunitaria; a causa de leucemia, sida o por tratamiento con fármacos anticancerígenos.

La meningitis más frecuente es la de origen vírico, aunque también es la que presenta menor gravedad.

La meningitis es una enfermedad grave, que requiere intervención médica inmediata para conseguir su curación.

SÍNTOMAS

La enfermedad presenta un cuadro con características fácilmente reconocibles, que se hacen evidentes en pocas horas. El paciente tiene fiebre, fuerte dolor de cabeza, náuseas, vómito y no soporta la luz (fotofobia), que le produce un intenso dolor en los ojos; otros síntomas posibles son rigidez en la nuca, confusión mental y la aparición de erupciones de color rojo púrpura en algunas zonas del cuerpo.

El diagnóstico se establece por medio de radiografías de tórax y análisis de sangre, si bien el método más seguro es el análisis del líquido cefalorraquídeo, que se obtiene mediante punción lumbar.

COMPLICACIONES

La meningitis es una enfermedad grave, que requiere tratamiento inmediato, por lo que ante cualquier duda razonable se debe solicitar ayuda médica con la mayor rapidez posible.

Si el tratamiento se inicia con rapidez, el porcentaje de curación es elevado y el paciente se recupera totalmente en pocas semanas.

En algunos casos se pueden producir varias secuelas, tales como sordera, ceguera, hidrocefalia, epilepsia, deterioro mental e incluso la muerte del paciente.

TRATAMIENTO

El paciente aquejado de meningitis requiere internamiento hospitalario inmediato.

La meningitis de origen vírico, más frecuente, pero de menor gravedad, recibe tratamiento sintomático y debe seguir su curso, consiguiéndose una completa recuperación em un plazo de dos a tres semanas.

La meningitis bacteriana reviste mayor gravedad, y puede provocar la muerte en pocas horas. Cuando el agente causante son bacterias meningocócica, la enfermedad se trata con penicilina, que se administra por vía intravenosa gota a gota durante un par de semanas, hasta conseguir la total remisión de la infección.

Es una enfermedad contagiosa en extremo, por lo que las personas que hayan estado en contacto con el paciente deberán someterse a tratamiento preventivo.

La meningitis es una enfermedad contagiosa, que da lugar a epidemias.

Una persona que haya padecido meningitis no tiene más probabilidad de contraer la enfermedad que otra persona que no haya padecido, si no existen causas que predispongan a padecer la enfermedad.

Si bien es cierto que cualquier enfermedad grave que afecta a una mujer embarazada puede causar daños al futuro bebé, la meningitis de la futura madre raras veces afecta al feto, en especial cuando el embarazo se halla en una fase avanzada.

La tuberculosis pulmonar conlleva, con frecuencia, como efecto secundario, la aparición de meningitis.




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